Kurdistán recibió el apoyo del 92 por ciento de su población para separarse de Irak, pero el proceso no ha sido reconocido ni por el gobierno de Bagad ni por la comunidad internacional. La votación no era legalmente vinculante, de forma que el gobierno de Bagdad ha amenazado con represalias. Para suavizar las posibles consecuencias, el presidente electo de Kurdistán, todavía considerada una región, ha asegurado que el resultado no acarrea soberanía inmediata, sino que abre un periodo de negociación con Irak.