El marido de la valencia Pilar Garrido, presuntamente asesinada en México el pasado 2 de julio, ha ingresado en prisión provisional. Un juez mexicano ha dictado dos años de prisión preventiva para Jorge F. G. por el presunto asesinato de su esposa, según fuentes del Supremo Tribunal de Justicia de Tamaulipas.

Durante las quince horas que duró la audiencia inicial, el acusado mantuvo su inocencia y negó haber matado a su esposa, volviendo a relatar la versión del supuesto secuestro que mantiene desde el primer día de su desaparición. El juez ha concedido un plazo de tres meses para investigación complementaria después de la detención ayer del principal sospechoso del crimen machista.

Era cuestión de tiempo, hasta el propio sospechoso reconocía a este periódico hace unos días que se temía que acabaran deteniéndolo por la muerte de su esposa, y así ha sido. Jorge F. G. fue arrestado ayer por la policía mexicana acusado del asesinato de Pilar Garrido, la valenciana de 34 años desaparecida en México el pasado 2 de julio, y cuyos restos mortales fueron encontrados 24 días después en las proximidades del lugar en el que aseguraba el ahora detenido que había sido secuestrada por unos jóvenes armados, en el estado de Tamaulipas.

Desde el primer momento los investigadores sospecharon del marido de la valenciana ya que había muchas lagunas y contradicciones en el relato que dio de lo sucedido. Por un lado, en ningún momento se pidió rescate alguno y los supuestos secuestradores no se llevaron ningún objeto de valor, dejándole incluso su propio teléfono móvil al marido con la advertencia, según dijo él, de que no alertara a la policía hasta pasadas unas horas o la matarían.

No obstante, ante la ausencia de pruebas físicas y contundentes que lo incriminaran, la policía esperó a tener los resultados de la autopsia, la cual ha confirmado que la mujer fue asfixiada, método que encajaría más con un crimen machista que con un asalto de jóvenes armados con subfusiles, como lo describió a Levante-EMV el ahora arrestado.

Jorge F. G. denunció que unos jóvenes armados secuestraron a su esposa el 2 de julio tras asaltarles en una carretera secundaria cuando regresaban en coche, junto a su bebé de un año, de pasar el fin de semana en la playa de la Pesca, en el estado de Tamaulipas. Según su versión, desmontada ahora por los investigadores, dos jóvenes armados -y un tercero que se quedó en el coche, dijo- los asaltaron en la carretera cuando regresaban a Ciudad Victoria, donde el matrimonio residía desde hacía tres años, y secuestraron a su esposa. La falta de petición de rescate y el hallazgo de los restos óseos que posteriormente fueron identificados como los de Pilar Garrido, de 34 años, hicieron que la policía pusiera la lupa sobre él.

No obstante, no ha sido hasta ahora, con el resultado de la autopsia en la mano, cuando los investigadores han procedido a su detención. Este periódico ha mantenido varias conversaciones con el sospechoso, quien ha contado en todo momento con el apoyo de la familia de su esposa. Un día antes de su arresto, este diario contactó nuevamente con éste, aunque únicamente se limitó a decir que no había novedades.

Identificación del cadáver

El pasado 26 de julio la policía halló unos restos óseos en un paraje próximo a la carretera donde desapareció Pilar. Posteriormente la Procuradoría confirmó que correspondían a la valenciana. Junto al cuerpo sin vida de ésta se encontró parte del bikini y un reloj, elementos que el único testigo del supuesto secuestro y ahora detenido dijo no poder identificar si eran o no de su esposa. Cuando la policía le mostró las pruebas en fotografías, Jorge no recordaba si su mujer llevaba o no un reloj ese fin de semana que pasaron en la playa, y tampoco pudo afirmar con certeza si la pieza de baño que aparecía en las imágenes mostradas por la policía federal era de ella o no, debido a su «deteriorado estado», alegó.

La familia de Pilar seguía albergando una ligera esperanza de que el cuerpo hallado en México no fuera el de ella, pese a haber sido identificada tras cotejar el ADN de su hijo, y solicitaron una segunda prueba en España. La detención de su marido aleja todavía más esa remota posibilidad, aunque siguen esperando para poder repatriar sus restos.