En el proceso de ocultación de Abdelbaki Es Satty a los ojos de las autoridades para poder reclutar a futuros yihadistas, tanto en España como en Bélgica, era de vital importancia eliminar cualquier vestigio de su vinculación con investigaciones sobre islamismo radical. Tal es así que como ya adelantó este diario, un funcionario de una oficina pública de Castellón asegura que a principios de agosto del pasado año, concretamente el día 9, una persona con idéntico rostro y que se identificó como Es Satty pidió que le cancelaran todos sus antecedentes y que le borraran de los Ficheros de Internos de Especial Seguimiento (FIES). «Ya he cumplido mi condena y me tienen que borrar todo», le dijo el supuesto yihadista, según recuerda el trabajador.

Según fuentes del Ministerio del Interior, el imán de Ripoll nunca estuvo incluido en el FIES, aunque dicha información iría en contra precisamente de los motivos por los que fueron creados dichos ficheros, ya que una persona que ha estado investigado por su vinculación con el terrorismo yihadista es sometido a un seguimiento dentro de la prisión, según confirmaron las fuentes consultadas por este periódico.

«Estoy convencido al 99 por ciento de que era él, me puedo haber equivocado, pero si es así hay otro radical idéntico suelto», asegura este testigo. Ya entonces, al ver que figuraba que había tenido las comunicaciones intervenidas por su «carácter radical salafista» lo puso en conocimiento de un amigo policía. «Me dieron escalofríos al ver lo que ponía. Además su mirada la tengo aún grabada, eso no se olvida», asevera, aunque no le pareció agresivo.

El abogado que le tramitó el recurso para paralizar la orden de expulsión de la Subdelegación del Gobierno de Castelló, con fecha del 22 de abril de 2014, que le prohibía la entrada en territorio español por un plazo de cinco años, tampoco observó en él un comportamiento extraño o radical. De hecho, era educado y solía vestir con vaqueros y ropa normal. Aunque ya se sabe que la chilaba y el turbante va por dentro.