El único acto de carácter económico del viaje de Estado que los reyes de España realizan en Portugal, celebrado ante empresarios portugueses y españoles, sirvió a Felipe VI para instar a sacar el "máximo provecho" a las relaciones hispano-lusas con un impulso al "mercado ibérico".

La segunda jornada de la visita de Estado del rey Felipe y la reina Letizia arrancó en Oporto y concluyó en Lisboa, en cuyo ayuntamiento fueron recibidos con los máximos honores, tal y como ocurrió ayer a su llegada a Oporto, ciudad que les ha dispensado una gran acogida con una intensa agenda de actos oficiales.

Ambos comenzaron el día con una visita a la Universidad de Oporto para conocer dos entidades punteras en investigación, el Parque de Ciencia y Tecnología (UPTEC) y el Instituto de Investigación e Innovación en Salud.

Una experiencia "muy esclarecedora", según contó el monarca posteriormente, del nivel que puede alcanzar la cooperación entre los dos países en las nuevas áreas del conocimiento.

Como obsequio, los reyes de España se llevaron de la Universidad un violín fabricado con fibra de carbono con una impresora 3D de los equipos de la UPTEC.

Desde allí se dirigieron al histórico edificio del Palacio de la Bolsa, donde tiene su sede la Asociación Comercial de Oporto, para presidir un almuerzo con un centenar de invitados, en su mayoría empresarios portugueses y españoles, a los que el rey agradeció su "esfuerzo, tenacidad y sacrificio" durante los años de crisis.

Reconoció que gracias a su papel en esta etapa, así como a las reformas de los gobiernos español y luso, ahora se puede empezar a "vislumbrar el final de la crisis económica".

Fueron las suyas palabras de ánimo hacia el mundo empresarial, con referencias a la "ejemplar" relación económica bilateral y un llamamiento a llevarla a "cotas todavía mucho más altas" porque esta cooperación "redunda en beneficio de ambos países, del mercado ibérico y de nuestra aportación a la realidad y futuro de Europa".

El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, presente en el almuerzo como anfitrión de la visita, improvisó unas palabras en las que coincidió en su reconocimiento a los empresarios lusos y españoles que, explicó, "todos los días construyen un futuro conjunto, un futuro de progreso y de justicia social".

Además se mostró convencido de que las relaciones económicas entre los dos Estados pueden ir más lejos y afirmó que la visita de Felipe VI y Letizia "contribuye de forma decisiva a este desafío conjunto".

También aludió a los retos conjuntos de futuro el alcalde e Oporto, Rui Moreira, quien dijo en español: "La realidad nos convoca, y convoca a la unión de nuestras fuerzas en un mundo lleno de desafíos. Más que incrementarse los flujos y la aritmética, se trata de cincelar trayectorias cómplices, que haga que sigamos siendo más la suma de nuestras partes".

Tras despedirse de la ciudad de Oporto, los reyes de España se desplazaron en avión hasta la capital portuguesa, donde recibieron la Llave de la ciudad de manos del alcalde, Fernando Medina, en un acto celebrado en el ayuntamiento que sirvió una vez más para corroborar las buenas relaciones de vecindad entre los dos países.

Felipe VI aprovechó la ocasión para ensalzar Lisboa como "punto de encuentro de continentes y culturas", una ciudad, aseguró, "repleta de historia y tradición" y cuya transformación la ha convertido en "una gran capital europea, abierta y cosmopolita".

Nuevamente en español y portugués, en su discurso de agradecimiento recordó que en el mismo Salón Noble del consistorio estuvieron su padre, el rey Juan Carlos I, y su bisabuelo, Alfonso XIII, quien 113 años antes destacó la "amistad indestructible" que une a los dos pueblos y todavía persiste.

El alcalde de la capital resaltó por su parte que España y Portugal caminan "lado a lado" a todos los niveles y garantizó a sus invitados españoles: "Nuestra casa es su casa".

El acto concluyó con un espectáculo musical a cargo de la fadista Cuca Roseta.

La agenda de los reyes españoles se cierra hoy con una cena ofrecida por el primer ministro, Antonio Costa, en el Palácio das Necessidades, sede del ministerio luso de Exteriores