Han pasado cinco años desde que el caso Nóos salió a la luz salpicando de lleno a Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón. Un lustro en el que la pareja y sus cuatro hijos pasaron de una vida idílica y acomodada en Barcelona, a una especie de destierro en Ginebra donde viven en una burbuja, prácticamente aislados.

Tras conocer la imputación de Urdangarin, la pareja decidió desprenderse del palacete de Pedralbes con el objetivo de hacer frente a alta fianza impuesta por el juez. En un primer momento, la intención de la hermana del Rey era permanecer en Barcelona, por lo que estuvieron buscando pisos en alquiler. Sin embargo, el duro aislamiento al que estaban siendo sometidos sus hijos en el colegio hizo que finalmente decidieran trasladarse a Suiza.

En Ginebra viven en un piso de 200 metros cuadrados -el de edralbes atenía más de 1.000- y pagan algo más de 6000 euros al mes de alquiler. La familia vive gracias al sueldo que la Infanta recibe en La Caixa. Sus cuatro hijos estudian en la Ecole Internationale, en el centro de la ciudad, uno de los centros más exclusivos del país y que cuenta con unas tarifas que rondan los 30.000 euros anuales.

Un reducido círculo de amistades

Desde que estalló el caso Nóos, la vida social de la Infanta Cristina y Urdangarin se ha visto considerablemente reducida. Los problemas comenzaron en los círculos elitistas de Barcelona. A la alta burguesía de la ciudad condal no le gustaba la presencia de la prensa en la puerta de sus clubes de reunión. Este aislamiento al que se vieron sometidos hizo que el círculo de amistades de ambos se redujera y quedara reducido solo los más íntimos y discretos.

Una profunda depresión

"Emocionalmente, la Infanta está muy mal", así lo desvela la periodista Paloma Barrientos en su libro 'La infanta invisible', donde recoge declaraciones de sus amigos más íntimos: "Al comienzo, ella negaba el problema, y luego se sumió en una profunda rabia. Ahora, empieza a tolerar paulatinamente su calamidad, aunque sin poder evitar una tristeza profunda".

Pero no solo la Infanta lleva el peso de los problemas judiciales, sino que también arrastra con problemas familiares que le han llevado a alejarse de su padre y su hermano, Felipe VI. Solo cuenta con el apoyo de su madre, la Reina Sofía, y de su hermana Elena.