El juicio por el mayor atentado en la historia de España, que acabó con la vida de 191 personas y dejó más de 1.800 heridos, sentó en el banquillo a 28 acusados, de los cuales 21 fueron condenados y el resto absueltos, entre ellos Rabei Osman 'El Egipcio', uno de los considerados autores intelectuales del ataque terrorista en Madrid el 11 de marzo de 2004.

En la sentencia, compuesta por más de 600 folios, el tribunal presidido por el juez Javier Gómez Bermúdez echó por tierra la llamada 'teoría de la conspiración' al confirmar la autoría islamista de la masacre y descartar la existencia de contactos entre ETA, a quien en un primer momento el Gobierno de José María Aznar atribuyó los atentados, y la célula integrista que hizo estallar las bombas en los trenes.

La supuesta relación con la banda terrorista fue sugerida durante el proceso por el abogado de Jamal Zougam, condenado a más de 42.000 años de prisión por los 191 asesinados. Sin embargo, el fallo precisó que no había ninguna prueba que avalara esta tesis.

Según la sentencia, en ningún momento se rompió la cadena de custodia de la furgoneta Kangoo, el vehículo usado por los terroristas la mañana del 11-M, ni de la mochila con 10 kilos de Goma 2 de la marca Eco, hallada en Vallecas y que no llegó a estallar.

Este explosivo era "el mismo que el empleado en el resto de escenarios", tanto en el piso en el que se inmolaron siete presuntos autores de los atentados en Leganés, como en las estaciones de El Pozo y Atocha, o el incautado en la Kangoo. Y añadía que procedía en su gran parte o totalidad de la mina asturiana Mina Conchita.

El tribunal no ahondó en las motivaciones que pudieron llevar a los terroristas a cometer los atentados. Al respecto no mencionaba como justificación el apoyo de España a la intervención en Irak, y tampoco hacía referencia a la participación de Al Qaeda, limitándose a señalar como responsables a una célula de tipo yihadista o islamista.

Sin autores intelectuales

Uno de los aspectos más sorprendentes del juicio es que no se llegó a determinar a los ideólogos de la matanza. La Fiscalía consideraba como 'cerebros' de la trama a Rabei Osman, 'El Egipcio', Yousef Belhadj y Hassan El Haski.

Osman, el primer acusado en ser llamado a declarar, fue incluso absuelto porque la traducción de la conversación telefónica en la que supuestamente se atribuía el mismo la planificación de los atentados carecía "de rigor y precisión". La sentencia reconocía sus vínculos con redes terroristas internacionales yihadistas, pero en cualquier caso le absolvía por el principio jurídico de 'nos bis in idem', que impide castigar doblemente por un mismo delito, ya que ya fue condenado en noviembre de 2006 en Italia por un delito equivalente.

En lo que a Belhadj se refiere, fue condenado a 12 años por integración en organización terrorista pero no en grado de dirigente, mientras que a El Haski (que cumple 15 años de cárcel) no se le consideró inductor de los atentados por estimar que el hecho de que declarara que la masacre fue obra de su 'jamaa' o grupo no era suficiente para considerarle responsable directo de los hechos.

'Trama asturiana'

Respecto a la denominada 'trama asturiana', resultaron absueltos los hermanos Toro, Antonio (aunque luego fue condenado por el Tribunal Supremo a cuatro años por tráfico de explosivos) y Carmen. El tribunal no pudo probar su culpabilidad por colaboración con organización terrorista, en el caso del primero, y por asociación ilícita y suministro de explosivos, en el caso de la segunda. Tampoco se encontraron pruebas contra otros tres acusados de esta trama: Iván Granados, Emilio Llano y Javier González Díaz.

Las penas más elevadas recayeron sobre el ex minero asturiano y ex marido de Carmen Toro, José Emilio Suárez Trashorras, considerado "cooperador necesario", y sobre los autores materiales, Jamal Zougam y Otman El Gnaoui.

Trashorras (34.715 años de cárcel), según la sentencia, proporcionó a los terroristas la dinamita con la que se fabricaron las bombas que explotaron en los trenes de cercanías. Sin la intervención del ex minero, "los hechos, tal como ocurrieron, no se hubieran producido nunca".

En cuanto a Zougam (condenado a 42.922 años), el tribunal se apoyó en la identificación que hicieron tres viajeros del tren que explotó en la estación de Santa Eugenia. A él se le atribuyó la colocación del artefacto explosivo en el cuarto vagón del convoy. Otra prueba clave contra Zougam fue la tarjeta del móvil encontrado en la mochila de Vallecas. Junto a su socio y hermanastro compró 100 tarjetas de móviles, una de las cuáles figuraba en dicho teléfono.

El Gnaoui (42.924 años), por su parte, desempeñó un papel "organizativo y jerárquico" en la comisión de los atentados. La aparición de su ADN en ropas abandonadas en la estación de Vicálvaro, mezclado con el de otros terroristas que se suicidaron en Leganés, confirmaron, según el tribunal, su pertenencia al grupo yihadista y su intervención "a título de coautor".

Las víctimas, divididas

La resolución del juicio dividió a las víctimas. La mayoría criticó que las penas eran demasiado blandas para la gravedad de los atentados. Pero también hubo quien se felicitó porque los culpables habían sido condenados y había quedado desmontada la 'teoría conspirativa'.

Pilar Manjón, presidenta de la Asociación 11-M, calificó el fallo de "flojo", pero mostró su satisfacción ya que se probó que la matanza la perpetraron islamistas yihadistas y no ETA.