Cincuenta y siete interminables votaciones y sólo seis escaños vacíos ha tenido el último pleno del Congreso de esta legislatura, intenso no sólo en el orden del día sino también en besos, parabienes e incluso lágrimas.

La tribuna, los pasillos y el patio de la Cámara Baja han sido el escenario de un adiós en el que no han faltado las reflexiones a modo de balance, el de cuatro años en los que la economía lo ha copado todo y les ha cargado de trabajo y no pocos quebraderos de cabeza.

Como era la última oportunidad hasta que se constituyan las nuevas Cortes, hay quien ha aprovechado para hacer sus reivindicaciones finales: la libertad para Arnaldo Otegi que ha pedido por sorpresa y en un debate sobre cultura el diputado de ERC Joan Tardá y el reclamo, con carteles, de un referéndum para la reforma constitucional por parte de la izquierda minoritaria.

"Ya sabemos lo que piensan y lo han expresado, tengan la bondad de guardarlos", les ha dicho el presidente del Congreso, José Bono, quien acto seguido ha dado su último discurso.

Perplejo parecía estar el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, cuando Bono ha proclamado a los cuatro vientos su amistad con él y le ha definido como la "cara amable" del nacionalismo, mientras Josu Erkoreka, del PNV, recibía con risas la confesión del presidente, que años antes no le habría dicho "ni mu" pero ahora también le ve como a un amigo más.

Las palabras más tiernas de Bono, no obstante, se las han llevado José Luis Rodríguez Zapatero y Gaspar Llamazares.

Con semblante serio ha escuchado el jefe del Ejecutivo los agradecimientos de Bono, por lo que haya podido sufrir o por lo que no se le vaya a agradecer, y también parecía impasible Llamazares cuando el presidente de la Cámara ha hablado de su ejemplar e incuestionable honorabilidad.

No se ha olvidado Bono de Rajoy, ausente hoy de la Cámara, y con ironía ha felicitado a Soraya Sáenz de Santamaría "por lo que quiere y espera ser". De repente un silencio. Y de nuevo Bono: "madre". Por si alguien pensaba que hablaba de cargos en un futuro gobierno.

Elena Salgado, la ministra más sufridora de este final de legislatura, ha dado sus agradecimientos y se ha llevado consigo deseos de "todo corazón" para que su futuro no sea tan "turbulento" como le ha dicho Pedro Azpiazu, del PNV.

Y hablando de batallas, otra guerrera, la diputada del PP Celia Villalobos, que no ha podido evitar una nueva pulla hacia Bono, porque espera que se restaure la "dignidad" de los diputados en la próxima legislatura, pues han sido "minusvalorados" y "poco defendidos" por la Presidencia.