El juez José Castro en los razonamientos juridicos de su auto postula que, pese a que Jaume Matas había anunciado su deseo de dar explicaciones sobre el velódromo Palma Arena y su patrimonio, "sus respuestas (a lo largo de las 16 horas de interrogatorio), en su generalidad brillaron más por su ausencia". Sobre algunas excusas, el instructor critica al ex president, al que llega a echar en cara que su versión sea "una burla a este juzgado y a los ciudadanos" y le espeta "si ha venido al juzgado a burlarse de los simples mortales". Castro también comparte la imagen que, tras los larguísimos interrogatorios, el fiscal Horrach ha sacado de Matas en relación a su papel director en la construcción del Palma Arena. Matas ha empleado "con mucha frecuencia (en sus declaraciones) la expresión, rayana en la divinidad, hágase, para aludir a la manifestación (la materialización) de su voluntad política" (en el velódromo)". Matas, para los acusadores, se presentó con una especie de divinidad política, ajena al día a día de la gestión.

Arras de Madrid. "Por lo que respecta a la propiedad del piso de Madrid (formalmente de Bartolomé Reus, pero atribuido al ex president) Jaume Matas dice que los cien mil euros que se entregaron como arras (opción de compra) pertenecían a su esposa (Maite Areal), quien los guardaba en su casa desde tiempo inveterado (...) Sobre el origen de los mismos parece mezclar ahorros del día a día con ingresos opacos fiscalmente, sin más explicaciones".

Reuniones kafkianas. El juez tilda de "absurdas" y "kafkianas" algunas de las excusas dadas por Matas y otros encausados respecto a dicha vivienda de lujo de Madrid. "Las reuniones con el señor Reus para que éste se hiciera cargo del piso a espaldas de su mujer (la de Reus, que no supo nada de esa operación) y el simultáneo arrendamiento al señor Matas son kafkianas".

Areal apenada. El auto también rechaza la versión de Reus (presunto testaferro de Matas), respecto a que dejó actuar a Maite Areal como si fuera la dueña del piso de Madrid y no una simple inquilina para paliar la pena de ésta por no haber podido comprar el inmueble. El instructor se indigna: "Es una burla a este juzgado y a los ciudadanos y no se entiende cómo se le ha podido ocurrir a alguien argumentar de esa manera". "Con seguridad absoluta, el piso de Madrid es de la familia Matas-Areal, y, con los antecedentes que se tienen no hace falta derroches imaginativos para saber por qué lo ocultaron, al igual que el de la Colònia de Sant Jordi (los apartamentos, a nombre de la madre de Matas)".

Muchísimas bodas. Matas en su declaración afirma que apenas conoce a los arquitectos García Ruiz, designados supuestamente por él a dedo para acabar el Palma Arena. Los hermanos García Ruiz, defendidos por Josep Zaforteza, "afirman lo contrario". Cuando a Matas se le pregunta si fue a la boda de un hijo de uno de los dos arquitectos, "le resta importancia para decir que, al cabo del año, va a muchísimas bodas por razón de su cargo".

Duelo sobre el castellano. Matas se permite, en su declaración, corregir al juez Castro sobre una expresión en castellano. El juez, en su auto, ironiza al respecto: "El señor Matas corrige al proveyente (a Castro) sobre el correcto uso del castellano (y dice) que no fue a verle (al abogado Arnaldo Alcubillas, también imputado) para pedirle trabajo, sino para ofrecerle sus servicios, (lo) que, al parecer, no es lo mismo".

Menudencias del cargo. El instructor reprocha a Matas el que, frente a muchas preguntas, se haya limitado a "manifestar que no tenía nada que decir" y que, ante otros interrogantes, especialmente referentes al proceso de construcción del Palma Arena, haya replicado que "su cargo (de president del Govern) le impedía entrar en menudencias, de las que responsabilizaba a los mandos inferiores..." (...)No cabe imaginar que esas irregularidades hayan podido tener lugar sin su mandato o consentimiento".