Hace algún tiempo se dio a conocer la historia de Óscar. Óscar vive en una residencia de ancianos y, aparentemente, es un simple gato adoptado de la calle. Sin embargo, es uno de los animales más famosos del mundo, y no porque tenga ninguna habilidad especial... o, quizás, sí.

Óscar tiene un carácter apacible y cariñoso pero, a la vez, muy testarudo. Por eso, cuando, de vez en cuando decide acostarse en la puerta de la habitación de un interno, no hay quien lo mueva de allí. Lo malo es que, al día siguiente, siempre fallece la persona en cuya puerta pasó la noche. Puede que sea una casualidad, pero los datos están ahí. En estos últimos años más de veinticinco personas que lo tuvieron de guardián nocturno no despertaron ya al día siguiente. Su caso fue estudiado por el Instituto New England Journal of Medicine, que no tuvo más remedio que plegarse a lo evidente: Óscar predice la muerte, pero ¿cómo lo logra? Según los investigadores es simple ciencia. Todos los animales producimos un olor especial a la hora de morir y Oscar ha aprendido a distinguirlo.

Al fin y al cabo, no sería tan raro. Hoy en día, por ejemplo, se trabaja con perros capaces de detectar alteraciones en el nivel de azúcar de las personas o, incluso, de predecir ataques epilécticos o la cercana aparición de un cáncer.

Hasta ahí está claro; sin embargo, muchas cosas siguen siendo un misterio. Por ejemplo, ¿por qué los animales de una familia predicen aullando el momento exacto en el que va a morir algún miembro de la misma, aunque lo haga en un hospital a kilómetros de distancia? ¿Por qué existen tantos casos documentados en los que los perros se ponen a ladrar histéricos, en el mismo momento en el que su dueño sufre un accidente aunque sea en un lugar muy lejano? ¿Cómo lo intuyen? ¿Qué sienten?

No se sabe. Quizás los humanos, en ese camino imparable que desde hace siglos iniciamos hacia la evolución tecnológica, hemos ido atrofiando algunos instintos que permanecen intactos en los animales. Puede que sea eso o, simplemente, que ellos poseen facultades especiales que nosotros nunca hemos tenido. En cualquier caso, lo que está claro es que, mientras que para el ser humano la muerte siempre ha sido un misterio, para los animales no lo es.