Con este artículo pretendo reivindicar la necesidad de trabajar en la creación de protocolos de cumplimiento obligatorio por parte de la administración y de las empresas de mantenimiento de carreteras para los casos en que se encuentra un animal fallecido en la vía pública.

Desgraciadamente, cada año son miles de animales los que mueren atropellados en las carreteras. A muchos de ellos sus familias los buscan sin descanso. Lo que suele ocurrir es que las autoridades competentes o empresas encargadas del mantenimiento de la carretera retiran el cuerpo del animal y se deshacen de él. Sin más trámite. Sin llevar un registro de animales, sin comprobar el chip y trasladarle la noticia a su familia, para que pueda despedirse del animal. Es lamentable.

Hay familias que nunca llegan a saber qué ocurrió con su animal, un miembro más de su familia. Otras, tras mover cielo y tierra descubren que ese miembro animal yace en la cuneta de una carretera, enterrado, sin que nadie se haya preocupado de comprobar si tenía chip y avisar a su familia.

Debemos tener en cuenta que un particular no puede enterrar el cuerpo de un animal, sino que debe encargarse de su incineración a través de una clínica veterinaria, así como comunicar el fallecimiento tanto al registro de animales del correspondiente ayuntamiento como del registro del chip identificador. ¿Por qué esta obligación no se cumple por aquellos que tienen entre sus competencias la recogida de animales muertos en la vía pública?

Por ello, es necesario y urgente crear un protocolo de actuación para estos casos, en el que se prevea la obligación de comprobar si el animal está identificado, la de comunicarse con su familia, y la crear un registro para estos casos, donde se recoja el lugar exacto del fallecimiento y características del animal, así como establecer un destino digno para los animales que no resulten identificados. Este tipo de protocolos son urgentes y necesarios, aunque sea por humanidad.