Un año más, volvemos hablar de lo que probablemente nos resulta más desagradable, doloroso y preocupante a los amantes de los animales en todo el año, por el gravísimo daño que genera a los que los queremos y respetamos: la pirotecnia. Seguramente el próximo 31 de diciembre sea la peor noche del año para muchísimas familias compuestas de animales y humanos, donde el sufrimiento que se genera de forma gratuita y sin sentido es incalculable.

Millones de animales sufriendo daños físicos y psicológicos de extrema gravedad, por la falta de responsabilidad, de respeto, de empatía y de sentido común de los que utilizan la pirotecnia para celebrar sus propias fiestas, sin importarles absolutamente nada el dolor de los demás.

Pero en este artículo quiero hacer hincapié en el daño que genera en los niños, el hecho de que sus padres les permitan y enseñen a utilizar este tipo de artefactos pirotécnicos, tanto en sí mismos en el futuro como en la sociedad en general. Es habitual encontrarnos con padres llevando a cabo este tipo de conductas irresponsables y dañinas junto a sus hijos. Usan pirotecnia de forma indiscriminada en cualquier lugar, sin ningún tipo de control e incluso en muchas ocasiones, artefactos de muchísima potencia con el peligro que eso supone hasta para ellos mismos.

Dichos menores, están interiorizando que no hay que tener en cuenta lo que sienten los demás, porque si tú te diviertes todo está justificado. Están aprendiendo a ser personas irresponsables, sin empatía hacia los demás, que no contemplan el sufrimiento que otros padecen como consecuencia de sus actos. Dichas características psicológicas, modeladas mediante el uso de la pirotecnia por parte de los adultos hacia los niños, son absolutamente perjudiciales, tanto para esos menores como para su forma de relacionarse con los demás.

Tenemos que empezar a ser conscientes del impacto que tienen nuestros actos, y, sobre todo, de la relación existente entre lo que enseñamos como adultos a los niños y las consecuencias que tendrá. Debemos entender la importancia de responsabilizarnos y comportarnos de forma madura y adulta pero de verdad.