Mi gato es un camorrista. Se pasa la vida peleándose con otros gatos. Cada vez que sale de casa me da miedo pensar en cómo volverá. Sin embargo, lo curioso es que no suele volver con ningún rasguño. ¿Es normal, o es porque es más fuerte que los demás?

Las cosas no pasan hasta que pasan. Es decir, no puedes descartar que algún día llegue con alguna lesión grave o, incluso, que pueda sufrir un accidente. Las peleas entre ellos se dan por muchos motivos: porque no se conocen, porque le molesta a uno el olor del otro, por temas territoriales y jerárquicos o, incluso, por cuestiones de celo. La variedad es grande. Estas peleas pueden ser leves y no pasar de marcarse con gruñidos o, por el contrario, ser más graves y que traigan consigo manotazos, arañazos o bocados. Es cierto que, en general, los enfrentamientos entre gatos suelen ser más civilizados que entre perros, porque siempre uno suele ceder y acabar ahí la trifulca. En cualquier caso, no olvides que, en muchos casos, esas peleas llevan consigo persecuciones que pueden acabar en atropellos. No es un juego.