La desungulación en gatos significa quitarles las uñas, que precisa una intervención quirúrgica en la que se extirpa la última falange de cada dedo y con ello la uña. Es una práctica muy dolorosa, y hace años era incluso algo que no se cuestionaba encaminado a evitar que el gato doméstico arañara los muebles o el sofá de su casa.

Como decía, la desungulación era una práctica no frecuente pero tampoco extraña, que realizaban personas que querían preservar sus muebles o el sofá de su vivienda a costa de extirpar a un ser vivo una parte de su cuerpo.

Al igual que ocurre con el corte de las orejas y rabo de los perros, la desungulación es actualmente una práctica prohibida. Atrás quedaron los «vacíos» de algunas leyes autonómicas de tenencia de animales de compañía que permitían estas prácticas. Tras la ratificación por España del Convenio Europeo sobre Protección de Animales de Compañía, la desungulación está completamente prohibida, al no permitirse las intervenciones quirúrgicas que tengan la finalidad de modificar la apariencia del animal de compañía u otros fines no curativos. La prohibición no admite interpretación. Podemos exceptuar de su prohibición aquellos supuestos que por razones veterinarias o de salud del animal requieran la extirpación de la falange, pero nunca podrá realizarse por cuestiones de comodidad del responsable legal del animal o para preservar su sofá.

Debemos tener en cuenta que su práctica, fuera de las excepciones que puedan hacerse por motivos de salud del animal, podrá ser considerada como un acto de maltrato animal, que dependiendo de las circunstancias y resultado del mismo podrá sobrepasar el ámbito administrativo y alcanzar el ámbito del ilícito penal.