En muchas ocasiones escuchamos que al niño o a la niña tal le han regalado un perrito por su cumpleaños, navidad o comunión. «Regalar» un animal de compañía ya sea a un niño o niña, adolescente o adulto es un verdadero error.

¿Por qué? Aquí tienen los motivos por los que considero que no se debe regalar un animal. Los regalos vienen a satisfacer un deseo de las personas (cuando son deseos tipo «quiero un perro por mi comunión») que pueden resultar pasajeros. Cada navidad los menores reciben muchísimos regalos, que a los meses pasan a dejar de ser importantes y quedan abandonados a un lado. Si otorgamos el mismo sentido a un animal, si lo concebimos como un regalo, ¿qué nos dice que será diferente?

También puede ser algo no deseado por la persona que lo recibe. Es decir, que el hecho de tener un animal responda más al deseo de la persona que lo «regala» que a quien va dirigido.

El hecho de regalar un animal o concebir el animal como un premio o regalo (por la comunión, las buenas notas, el cumpleaños...) nos da el mensaje de propiedad, de que podemos hacer lo que queramos con él, decidimos sobre él, dejando en segundo plano las necesidades del animal. No tomamos conciencia de lo que implica tener un animal ni las obligaciones que entraña.

Adoptar un animal, tener a nuestro cargo un animal, significa asumir numerosas obligaciones y deberes de cuidado y bienestar del mismo. Por ello, debe ser una decisión meditada y razonada, en la que realmente seamos conscientes de que nos estamos haciendo cargo de una vida, de un ser dotado de sensibilidad, con el que asumimos un compromiso de por vida.