Si un animal nos molesta, lo quitamos. Ese ha sido el manejo habitual que han realizado siempre los humanos sobre la fauna. Si hay muchas palomas, las recogemos. Si los mosquitos proliferan, los fumigamos. Si nos molestan las ratas, las envenenamos. Sin embargo, se ha demostrado que son métodos, a largo plazo, infructuosos. Los mosquitos cada vez se hacen más resistentes. Las ratas mutan contra los venenos y las palomas se reproducen vertiginosamente para ocupar el espacio que dejan aquellas que son capturadas. Sólo el uso de métodos éticos de control de la población animal acaba siendo eficaz.