Todos los años distintas instituciones y entidades dan a conocer las cifras de abandono de animales que, literalmente, vomita nuestro país. Lo hacen con su mejor intención pero su mayor desconocimiento. Son datos oficiales, sí, pero no reales.

Dicen los estudios publicados este verano que el número total de animales abandonados el año pasado en España se situó en torno a los 140.000. Pero, en realidad, no dicen la verdad.

Para empezar, habría que decir que esos datos son sólo de aquellos centros que han participado en dicho estudio. Es decir, que no existe cifra alguna de aquellos otros que, por alguna razón, no han querido hacerlo, y suelen ser bastantes.

Tampoco recogen esas estadísticas publicadas, y esto me parece más grave, los animales albergados en multitud de refugios o casas de acogida que trabajan sin estar inscritos en registro alguno, aquellos que no poseen otro permiso que su buena voluntad. Eso sin contar a todas aquellas personas que se encuentran un perro o un gato abandonado en la calle y se lo quedan porque les da pena. Esos animales abandonados también son invisibles para los estudios.

Pero, siendo infinito el número de animales que se escapan de los datos por las anteriores vías, aún hay algo, si cabe, peor. Se trata de esos otros miles de animales que, encontrados atropellados y muertos en los arcenes de las carreteras, suman toneladas pero sólo se contabilizan como basura retirada de la vía pública.

Por lo tanto, seamos claros. El número de animales abandonados en España triplica fácilmente la cifra que se ha dado. Pero ¿Por qué, pudiendo valorar estadísticamente todos los datos que apunto, no se hace? ¿Por qué se extrapolan las cifras de una comunidad a otra, cuando el nivel de abandono es abismalmente distinto? ¿Y por qué no se tiene en cuenta cómo funciona el animalismo en nuestro país, en el que cada activista es casi una casa de acogida? No lo sé. Supongo que, si se hiciera, los datos serían tan brutales que habría que mandar a nuestras autoridades, cuanto menos, al rincón de pensar. En cualquier caso, mientras no se sume todo, es preferible no dar dato alguno. Hacerlo es faltar a la verdad y, sobre todo, a la dignidad de todos los animales abandonados.