Desde hace unos meses las islas Caimán han declarado la guerra a las iguanas, destinando 10 millones de euros a su exterminio. 5 euros están pagando por cada cadáver de iguana a todo aquel que les traiga alguno. Según sus cálculos, el objetivo es aniquilar a un millón de iguanas, alegando que se trata de una especie exótica que pone en riesgo la supervivencia de especies autóctonas. Sin embargo, pensar que es posible eliminar una especie una vez que se ha adaptado de tal forma que solo en el último año ha doblado su población, es un grave error y, en este caso, un crimen mayúsculo.