Si no me lo coge, lo dejo por ahí tirado. Si hay una frase que se repite una y otra vez en la recepción de los albergue de animales abandonados es esa. La dicen muchas personas que acuden a estos centros a dejar a su perro o su gato. Se trata de un chantaje que se basa en el poco respeto que tienen a su animal y en la impunidad en la que se mueve el abandono en nuestro país. Salvadas las infinitas distancias que cada uno quiera poner, ¿se imaginan que alguien les pidiera 50 euros y le añadiera que, si no se los deja, se los roba? Pues es igual. Lo más grave es que la sociedad no solo convive con este tipo de actitudes sino que, en muchos casos, las justifica y avala.