La aparición casual hace unos meses de una beluga, una especie de ballena con un arnés preparado para llevar una cámara alrededor del cuerpo, quizá no fuera tan casual. El animal llevaba unas letras grabadas sobre el mismo: «Equipo de San Petersburgo» Ejército Ruso.

La historia parece de novela. Unos noruegos estaban tranquilamente pescando en el Ártico cuando, de pronto, recibieron el saludo de un curioso visitante. Se trataba, nada más y nada menos, que de una beluga, un gigantesco cetáceo que se acercó a saludarles. Muchas cosas quedaron claras desde el principio. La primera, que pertenecía al ejército ruso y, la segunda, que estaba perfectamente socializado con el ser humano. La prueba más evidente es que, cuando a uno de los pescadores se le cayó el móvil al agua, el animal, ni corto ni perezoso, se lanzó a rescatarlo del fondo del mar y se lo devolvió sano y salvo. Sin embargo, lo que más preocupa ahora es si, realmente, no se tratará de un animal espía. Pero ¿es eso posible?

El uso de cetáceos con fines militares, principalmente delfines, viene de antiguo. El ejército soviético, por ejemplo, tiene una base en la península de Crimea donde durante mucho tiempo los ha entrenado. De hecho, cuando el centro dejó de ser operativo, los animales fueron públicamente puestos a la venta.

También el ejército de Estados Unidos posee unidades formadas por cetáceos. La más famosa es conocida como «las 3M»: «Militares Mamíferos Marinos». Se trata de animales especializados en misiones de alto riesgo y se dividen en tres grupos según sus funciones. Unos están adiestrados para descubrir minas. Otros son sofisticados espías marinos con equipos de grabación. Y, finalmente, el último está formado por animales preparados como fuerza de choque contra buzos enemigos.

Por lo tanto, extrañarse de que esa beluga pueda usarse para fines militares demuestra una gran ingenuidad. Ya en la primera y segunda guerra mundial se usaron animales, tales como ratas explosivas, murciélagos espías y hasta perros bomba que eran lanzados contra tanques cubriendo su cuerpo con explosivos. Imagínense.

Otra cosa distinta es que nos parezca un infinito disparate. A mí, al menos, me lo parece. Bastante aberración es ya que el ser humano siempre ande metido en conflictos bélicos como para que, encima, meta también a los animales. En fin, ya lo dijo la canción: «Me gustaría ser civilizado como los animales».