Es blanca, como la mañana, y afectiva como si cada alegría que te hace fuera la última que pudiera regalarte.

Se llama «India» porque así lo decidimos al conocerla. De su pasado nadie sabe nada aunque todos nos imaginamos que está lleno de sufrimiento, humillación y soledad. Llegó al albergue un día gris. Sucia, con una herida sangrante en una pata y el rabo escondido, se mostraba cohibida y desconfiada hacia todos los que queríamos cuidarla.

Le dimos tiempo para que conociera el lugar, para que hablara con otros perros y supiera del dolor por el que también ellos habían pasado. Queríamos que se aferrara a la esperanza, que pudiera creer en un futuro mejor y luchara por sobrevivir. Desde luego, a partir de ese momento no iba a vivir con una familia, en un hogar, pero, al menos, nadie volvería a levantarle la mano salvo para acariciarla.

Poco a poco se le curó la herida de la pata y esperamos que algún día le curen también las del alma.

Comparte jaula con otros perros que, como ella, se consideran dueños y señores de su pequeño territorio de apenas diez metros cuadrados. Sin embargo, «India» defiende, más que su derecho a comer, su derecho a salir del encierro. Suelta, corre sin rumbo por el placer de correr y se nota que, al hacerlo, vuelve a ser feliz.

No hay espectáculo mejor que verla en libertad, olisqueándolo todo. Le encanta impregnarse del olor a hierba, revolverse en la tierra. Y vive, se nota que recobra vida, cada vez que se cruza con alguna persona que responde a su encuentro con palabras de cariño, a las que ella corresponde derritiéndose en alegrías como un helado al sol.

Os la presento porque se merece lo mejor. Merece una familia dispuesta a darle lo que ella más necesita, cariño y amor. Es cierto que ya no es cachorro pero, es tan cariñosa y fiel, que sabrá adaptarse a un nuevo hogar y demostrar que, cuando alguien inventó aquello de que el perro es el mejor amigo del hombre, estaba pensando en ella.

Nota: «India» es de color blanco, pero también negra, marrón, gris o a manchas. Es hembra, pero podría ser macho. «India» se llama de mil formas distinta porque, en realidad, su historia es la de cualquier perro abandonado.