La acogida de un animal es un paso fundamental hacia la adopción definitiva del mismo. Las casas o familias de acogida realizan una labor magnífica recuperando física y emocionalmente a los animales abandonados y preparándolos para su futura adopción.

Las entidades de protección animal e incluso personas particulares dedicadas al rescate de animales funcionan desde hace años con acogidas, lo que supone liberar al animal de la fría jaula para habituarlo en muchos casos a la vida en familia, a un hogar, que facilitará la adopción. Las casas de acogida también ayudan a aquellos animales enfermos, o que precisan una intervención quirúrgica, a recuperarse con el cariño de un hogar, como paso previo a una vida en familia. Sin embargo, nos encontramos con que los centros encargados de la recogida de animales de algunos municipios y los ayuntamientos no prevén la figura de la casa de acogida lo que obliga a muchos animales a pasar su vida en una jaula, hasta ser adoptados, con la escasa visibilidad que para ellos supone, así como la dificultad para recuperarse de algunas enfermedades. Por ello, resulta fundamental prever y regular la figura del hogar o familia de acogida en los centros que prestan el servicio de recogida municipal, estableciendo un protocolo que recoja los deberes y obligaciones, los requisitos, las personas aptas para ello y las responsabilidades de las partes.

Todo ello facilitará en muchos casos la adopción de los animales, una vez acostumbrados a la vida en familia, con sus normas y rutinas, gracias a la labor de las personas que de forma altruista se prestan a brindar una oportunidad a los animales, como el necesario eslabón que les une a su nueva vida.