Los osos no son sillas que, donde las dejas, se quedan. Igual que el resto de animales. Cuando el gobierno de Francia hace unas semanas decidió soltar a una osa bautizada con el nombre de Claverina e introducirla en el Pirineo francés, debió pensar que el animal se quedaría inmóvil en los alrededores. Evidentemente, se equivocaron. El animal no tardó mucho en llegar a Navarra donde, hambrienta, atacó varios rebaños de ganado. La protesta del Gobierno español no se hizo esperar. Ahora Francia y España han acordado que, antes de llevar a cabo acciones de ese tipo, las planificarán conjuntamente. Afortunadamente, Claverina ha sido devuelta a una zona del Pirineo donde, por fin, podrá vivir feliz y en paz.