En cuestión de cacas vamos avanzando. Es evidente que las ciudades han mejorado y que, aunque muchas personas aún no lo hacen, cada vez son más las que recogen los excrementos de sus animales. Sin embargo, no es suficiente. Por ejemplo, además de llevar la bolsita para retirar las deposiciones siempre que los paseamos, deberíamos también tener siempre a mano una botella con agua y vinagre, limón o un poco de lejía, y rociar los orines de nuestros animales. Hacerlo, además de una cuestión de higiene, es una forma de protegerlos. Al fin y al cabo, evita el rechazo y la intolerancia que algunas personas desarrollan hacia ellos.