Cada vez son más los países que prohíben vender cachorros de perros. El último ha sido el Reino Unido. La medida cuenta allí con el apoyo unánime de la sociedad y pretende fomentar la responsabilidad de quienes deciden adquirir o adoptar un animal. En realidad, detrás de la misma subyace el intento por frenar ese impulso que siempre genera el pequeño cachorro y, por el contrario, fomentar la adopción siempre mucho más complicada de perros de más edad. Pensar en aplicar en nuestro país una medida de ese tipo, es comprender que, en materia de protección animal, estamos a años luz de otros países.