El Congo es un río que atraviesa el territorio más peligroso de África. Sus aguas podrían ser rojas por la cantidad de sangre derramada sobre las mismas. Sin embargo, a la vez, es el lugar más importante del mundo. Allí nació el ser humano.

Hace ocho millones de años todos éramos primates. No existíamos los humanos. Gorilas, chimpancés y orangutanes, además de otros primates, eran los seres más avanzados de la Tierra. Pero, por alguna razón, en un determinado momento, algunos individuos decidieron separarse y comenzar una evolución que, finalmente, nos ha convertido en lo que hoy somos.

Sin embargo, todo es un misterio porque la mayoría de las respuestas sobre esa evolución se encuentran en un lugar donde la vida no vale nada, donde han sido asesinados todos los investigadores que han intentado encontrarlas.

Por eso, aunque sabemos muy poco, lo poco que sabemos es un apasionante tesoro. Conocemos, por ejemplo, que en una de las orillas del río Congo viven grandes familias de bonobos. Los bonobos son animales muy parecidos físicamente a los chimpancés, pero sólo físicamente. Viven en sociedades matriarcales y su carácter es cariñoso, amable y afable. Si tienen alguna disputa la solucionan jugando o practicando sexo. No son violentos ni agresivos. Viven relajados, felices y en paz. Los bonobos ni siquiera tienen que preocuparse por conseguir comida. En su entorno todo es abundancia.

Por el contrario, en la otra orilla del mismo río viven los chimpancés. El comportamiento de éstos es áspero, agresivo, territorial y muy violento. Para ellos el sexo es una forma de posesión. Viven en familias en las que manda el más fuerte. Pero, para colmo, en su orilla las cosas no son fáciles. La comida escasea y, cuando descubren algún lugar con alimentos y mejores condiciones, inician auténticas guerras para quedarse con ese territorio.

Fíjense, son dos especies casi idénticas con las que genéticamente compartimos el 99 por ciento de nuestros genes. Sin embargo, la riqueza o la pobreza, en su mundo como en el nuestro, marca la diferencia. Quizás, por eso, nuestro comportamiento es una mezcla de los dos y, quizás, también por eso, algunos científicos se preguntan si no seremos la evolución de un cruce entre ambos. No lo sabemos ni seguramente lo sabremos nunca porque, en realidad, todas las respuestas las guarda celosamente el lugar más peligroso del mundo.