Cada vez es más habitual ver imágenes en las que alguien abandona a su perro. No es que sean hechos nuevos que antes no sucedieran, es simplemente que la tecnología y la masiva instalación de cámaras nos permiten descubrir cómo algunas personas se deshacen de ellos arrojándolos desde coches o lanzándolos por encima de las vallas. Lo más triste de todas esas grabaciones es ver cómo los perros, fieles hasta la muerte, intentan seguirles y permanecer junto a ellos, lo que provoca finalmente que les golpeen violentamente y les den patadas para alejarlos. La crueldad de algunos humanos no conoce límite.