El otro día mientras escuchaba a Jane Goodall hablar y permitía que expandiese mi corazón con sus mágicas palabras, por un momento me paré a pensar qué es lo que tenía aquella hermosa mujer para transmitir tanto amor. Pero inmediatamente me di cuenta que ese algo especial, también lo tenían las personas que estaban escuchándola en el público, durante su maravillosa exposición. Percibí que el brillo de su mirada era diferente. Transmitía sabiduría, calma, paz€pero sobretodo expresaba sentir un amor inmenso por todo lo que estaba fuera de ella misma, justo al revés de cómo suele pasar. Ese egoísmo propio del ser humano que le está llevando a su auto destrucción, no estaba presente en ella€ Y de repente comprendí que los animales tienen el don de convertirnos en mejores personas, poseen la capacidad de hacernos crecer en el más bonito sentido de la palabra.

Las personas que tienen una sensibilidad especial para entender y amar a los animales, tienen un brillo característico en su mirada, como si fuese una luz que da forma a la tremenda empatía que sienten. Es como si absorbiesen las cualidades de estos maravillosos seres y las sumasen a las propias de los humanos. Eso da lugar a una energía mágica y especial, que es lo que transmiten con su mirada, la grandeza y valentía de su corazón.

Como psicóloga, considero que la principal cualidad de un animalista es la empatía. Una competencia emocional tremendamente importante, que implica la capacidad de conectar con los demás, detectando sus necesidades y moviéndose a actuar en consecuencia. En el caso de los animales además, se añade el valor de que esa persona ha adquirido un nivel de conciencia social suficiente, como para ayudar a los seres más vulnerables y desprotegidos socialmente. Por eso, siento gran admiración y respeto cuando veo a cualquier activista, que con la única referencia de su amor hacia los animales, de su sensibilidad y de su empatía, lucha por un mundo más justo e igualitario, para los seres más maravillosos que habitan el planeta.