Los animales usan colores. Los políticos también. En las próximas elecciones, cinco serán los principales: el rojo, el naranja, el azul, el morado y, como novedad, el verde.

Los animales combinan mil tonos con distintas finalidades y sin que ninguno desentone. El color es fundamental para ellos. Durante el celo los acentúan y también los usan a la hora de defenderse. Por ejemplo, las coloraciones rojas, negras o amarillas suelen acompañar a animales mortalmente venenosos. Multitud de ranas, gusanos e insectos las poseen. Con esos tonos avisan que, aunque sean presas fáciles, si les atacan les costará la vida.

Igual ocurre con los grandes depredadores que usan colores para intimidar a sus víctimas. Muchos grandes felinos lucen en su piel vistosos amarillos y negros que atemorizan y paralizan a sus presas.

Otros animales, por el contrario, prefieren tonos que les mimeticen con su entorno. También los humanos lo hacemos. Si una persona quiere no ser atacada debe ser gris. Nuestra sociedad premia el silencio y castiga la palabra. Por eso, todos los gurús de la política se fijan en los colores de la naturaleza para diseñar sus campañas.

Así, el azul del PP que llegó antaño a ser celeste, hoy vuelve a lucir intenso y rotundo, propio de una derecha sin complejos. Como, por cierto, hacen también los guacamayos que, cuanto más fuertes se sienten, más azules se vuelven.

En el caso de Vox, su verde representa la esperanza desesperanzada. Por eso, adopta un tono claro y vivo que esconda el apellido ultra que le acompaña. Un color parecido al que luce la amantis religiosa cuando, tras copular con el macho y matarlo, intensifica satisfecha su color luminoso.

Por su parte, el naranja conciliador de Ciudadanos luce como el del pez payaso, que, según nada, cada vez se vuelve más torpe por el cansancio. O como el morado de Podemos, parecido al de ese caracol violeta que anda agotado por llevar su casa a cuestas, como les ocurre a ellos con la de Galapagar, que cada vez les pesa más.

Reconozcámoslo, sólo el PSOE consigue mantener el mismo rojo de siempre ¿Su secreto? Hacer como el sapo tomate, que luce su cuerpo colorado o lo esconde según le interese. En el caso de los socialistas, según busquen los votos a la izquierda o en el centro.

Y es que, al final, la política es cosa de animales.