El gran matemático alemán P.G. Lejeune-Dirichlet era algo más que parco en palabras. Sus frases se construían con monosílabos. Supongo que, por eso, eligió ser matemático. El caso es que protagonizó esta conocida anécdota€ Cuenta la historia que, cuando nació su primer hijo y se vio obligado a comunicárselo a sus suegros, les mandó un telegrama, sólo y exclusivamente, con el siguiente texto: 2 + 1 = 3. No le hizo falta usar una sola palabra. Con esos pocos números consiguió explicar el mágico momento. Supongo que es normal, pues, al fin y al cabo, las matemáticas pueden explicar cualquier cosa.

Quizás, por eso, desde hace tiempo algunas universidades están realizando estudios que demuestran que, aplicando determinados parámetros geográficos, sociales y culturales a cualquier sociedad del mundo, se puede calcular el número exacto de abandono de animales que, por habitante y año, ésta produce. Son capaces, incluso, de diferenciar dos tipos de abandono. Por un lado, el inevitable, es decir, el de aquellos animales que se quedan sin familia por causas graves como enfermedades, muerte o situaciones límite. Y, por otro, ese tan español basado en la irresponsabilidad de los que, primero, los adoptan, compran o acogen y, luego, como si nada, los abandonan.

Pero no acaba ahí la cosa. Esos mismos estudios pueden pronosticar el número exacto de animales que, cada año, serán maltratados físicamente en un país. Para ello, les basta con recoger datos tan sencillos pero, determinantes, como la cultura, la gastronomía, la religión y, por supuesto, las famosas fiestas populares de los mismos. Está claro que, de una forma u otra, todos ellos son factores fundamentales.

Por eso, aplicando todo lo anterior a nuestro entorno más cercano y observan

do lo que ocurre en nuestro país, resulta fácil imaginarse el triste potencial que tenemos al respecto. Piénsenlo. Nuestra historia ha hecho de la muerte una fiesta y, nuestra cultura, apoyada en una errónea tradición, la ha amparado. Sin duda, todo ello constituye un auténtico disparate que, aplicando una vez más las matemáticas, se podría explicar con la siguiente ecuación: persona irresponsable y violenta + perro o gato como animal de compañía = abandono y maltrato seguros.