Verás, a muchos perros les encanta el azúcar pero, por desgracia, su cuerpo no está preparado para metabolizarlo con suficiente rapidez. Para empezar, su sistema digestivo es diferente al nuestro. Por un lado, su intestino es mucho más corto y, por otro, ellos carecen de algunas enzimas que a nosotros nos ayudan a digerirlo. El problema real es que, como consecuencia de lo anterior, acumulan ese azúcar en el organismo, lo que puede provocarles obesidad o problemas en el páncreas que, a su vez, les aumenta las posibilidades de padecer diabetes, cataratas que pueden acabar en cegueras, problemas digestivos, circulatorios, etc, etc. Como ves, no es ningún juego. No darle azúcar ni golosinas de consumo humano es, simplemente, quererlo y cuidarlo.