En 1959, el candidato a alcalde en la ciudad brasileña de Sao Paulo se llamaba «Cacareco» y era un rinoceronte. Consiguió cien mil votos y fue el más votado. Sin embargo, no ha sido la única vez que se ha presentado allí un animal como candidato. Ni mucho menos.

Unos años más tarde, Brasil vivió, de nuevo, otro hecho insólito. Por aquel entonces, el país estaba inmerso en la corrupción política más absoluta, como ahora. La población, completamente decepcionada, a lo único que aspiraba era a que no le robaran o mataran al salir de casa.

En medio de esa situación, llegaron las elecciones municipales y los dirigentes nacionales de los partidos, como siempre, buscaron candidatos grises que les permitieran ganar las elecciones. No es nada nuevo. Rodearse de personas de escasa valía es la única forma que tienen los mediocres para seguir arriba.

El caso es que, una vez dados a conocer los candidatos de todos los partidos, el desánimo invadió a la población. ¿Les suena de algo? El sistema había decidido por ellos. Los votantes, una vez más, sólo podrían elegir entre malos y pésimos candidatos.

Sin embargo, un grupo de ciudadanos de Río de Janeiro, hartos de la situación, decidió formar un partido político propio y presentarse a aquellas elecciones. Sólo les quedaba una cosa: elegir a su candidato. Querían contar con alguien con cualidades contrastadas para hacerlo pero que, a la vez, pusiera en evidencia que el resto de sus contrincantes no las tenía.

Finalmente, unos meses antes de las elecciones, el candidato fue elegido por unanimidad. Se trató de «Tiao», un chimpancé del zoo. No es una broma, es real. En las elecciones municipales de la ciudad de Río de Janeiro de 1988, Tiao, un primate, un chimpancé, consiguió 400.000 votos y fue el tercer candidato más votado. Hoy en día, una estatua a la entrada del zoo en el que vivió, recuerda esta curiosa historia.

Así que, visto lo visto, propongo que, en las próximas elecciones, en alguno de los muchos ayuntamientos de España, algún partido presente, por fin, a un candidato perfecto. Alguien que no defraude a nadie, nunca mienta, tenga un criterio propio y, por supuesto, jamás persiga ni dañe a nadie solo porque no piense como él. Por ejemplo, un burro. ¿Qué les parece? ¿No creen que sería maravilloso?