De repente llega un día en el que un animal entra en tu vida y te la cambia. Cambia tu forma de amar, de verlos, de tratarlos cambia tu forma de cuidar y hasta tu forma de llorar, porque ahora tienes quien te seque las lágrimas a besos. Y de repente ese animal convierte tu vida en bonita. Y te da tanto en tan poco tiempo, que hasta algunas personas decidimos cambiar y empezar a vivir y a luchar por y para ellos. Porque de forma inesperada aparece alguien que se merece todo, ya que hasta ese momento no habías conocido el verdadero concepto de la palabra bondad.

Sientes que con sólo una mirada tu alma se tranquiliza. Y ese ser que de repente ha llegado a tu vida, te da todo lo que hasta ahora has ansiado con su capacidad de amarte y aceptarte de manera incondicional. Ya que amar sin miedo es algo que solamente sabe hacer un animal. Y entonces algunos de nosotros decidimos empezar a usar esa forma de amar a los demás. Sin juicios, sin diferencias, sin juzgar... Como consecuencia de este hecho nacen también de repente unas ganas de ayudar a todos y cada uno de los animales que representan al que tienes a tu lado. Empiezas a sentirles como lo que realmente son y a intentar darles todo lo que merecen. Comienzas a luchar contra las muchísimas injusticias que se cometen ante estos seres tan especiales como poco valorados. Los rescatas, les ayudas, los curas, los cuidas, los alimentas e intentas sanar las heridas que otros humanos han causado en su alma. Porque cuando un animal entra en tu vida y lo amas de verdad, rompe de cuajo la barrera del egoísmo que te hace solamente ayudar a los que tienes cerca. Tu empatía empieza abrirse y a expandirse sin límites y sin condiciones, contagiado por su forma de amar. Y esta es la forma en la que cuando un animal de repente entra en tu vida, te hace tener que ayudar a todos los demás, por una cuestión de justicia y de igualdad.