Siempre nos solemos centrar en cuestionar la eficacia de las normas que castigan o persiguen conductas inadecuadas en el trato a los animales, en la necesidad de endurecer las penas aparejadas a los delitos contra los animales, en resaltar los pocos medios destinados a la protección y defensa de los animales, pero, ¿y si la solución fuera la educación en la empatía?

Empatía es, según la RAE, el «sentimiento de identificación con algo o alguien» o la «capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos». Por tanto, la educación en la empatía sería la forma de proveer a las personas de los mecanismos suficientes para identificarse con los animales, conocer sus necesidades y sentimientos y adquirir habilidades en el trato con los animales.

En definitiva, se trataría de trabajar desde el origen para prevenir conductas dañinas y enseñar las consecuencias de los abusos hacia los animales, desechar la violencia hacia los mismos, difundir la necesidad de dar un trato a los animales como seres vivos que sufren y padecen, y establecer una mayor conexión entre humanos y animales.

Desde esta perspectiva, podemos considerar que si centramos también nuestros esfuerzos en educar y crear conciencia, estaremos trabajando en el problema desde el origen y reduciendo las cifras del maltrato y abandono. Si logramos hacer ver que los animales también sienten, quizás las normas de carácter sancionador puedan quedar en un segundo plano.