Nuestros animales no son europeos. La Unión Europa lleva tiempo creyendo, equivocadamente, que España posee un trato hacia los animales «europeo», pero no es así. Nuestra situación en este tema es, desgraciadamente, mucho más cercana a otros continentes menos desarrollados. Y no sólo por el nivel de abandono o por la situación en la que muchas personas mantienen a sus animales sino, también, por los exiguos y ridículos presupuestos que tanto el gobierno nacional como las autonomías y los ayuntamientos destinan a la protección de los animales en nuestro país. Así las cosas, los eurodiputados en la distancia aprueban normativas para la protección de los animales en todo el territorio que, cuando llegan a España, chocan frontalmente con una realidad mucho más tercermundista que europea.