Portugal nos lleva la delantera en lo que a leyes de protección animal se refiere. Recientemente ha aprobado diversas leyes de ámbito nacional que pretenden aumentar la protección de los animales. Es el caso de la prohibición de la eutanasia de animales sanos, concretamente perros y gatos que llegan a las perreras. Para que esto fuera posible, se dio una moratoria de dos años para que los ayuntamientos adecuaran sus instalaciones para acoger a un mayor número de animales y fomentaran campañas de esterilización. A partir de octubre, la prohibición de eutanasiar animales sanos debe ser una realidad.

En primer lugar, debemos diferenciar entre la eutanasia y el sacrificio. La eutanasia viene ligada a las situaciones en que la salud del animal lo aconseje. En otros casos estamos hablando de sacrificio de animales, puesto que no existe una razón médica que aconseje dicho acto, sino que se practica por cuestiones de masificación, espacio en perreras u otros. En España, algunas leyes autonómicas de protección animal (Cataluña, Comunidad de Madrid, Murcia) recogen en términos generales la prohibición de practicar la eutanasia salvo por motivos de salud del animal.

Para que dicha prohibición resulte efectiva, y los centros de recogida de animales no sacrifiquen por cuestiones de espacio, masificación, falta de adopciones, etc., deben adoptarse y aplicarse otras medidas de forma paralela a la prohibición: campañas de esterilización, concienciación, formación para la tenencia de animales, fomento de las adopciones, endurecimiento de penas por el abandono de animales y maltrato animal. Porque al final, todo guarda relación: si somos conocedores de las obligaciones y responsabilidad que supone adoptar un animal, podremos decir si podemos comprometernos; si conocemos los beneficios de la esterilización y sus consecuencias, podremos evitar camadas indeseadas y reduciremos el número de animales abandonados. Por ello, debemos seguir trabajando en esa dirección.