Desgraciadamente, lo que le ha ocurrido es algo relativamente frecuente cuando paseamos con nuestro perro por zonas con abundante vegetación. En esos casos, a la vuelta, podemos encontrarnos con un comportamiento extraño en el mismo. El animal puede mostrarse molesto, comenzar a cabecear e, incluso, presentar síntomas físicos como inflamación, etc. La causa, en la mayoría de los casos, es que se ha clavado una espiga y no puede sacársela. El motivo es sencillo, su afilada punta funciona como una especie de anzuelo.

Habitualmente, el lugar más frecuente para que se la claven son los oídos pero también pueden hacerlo en la nariz, provocando estornudos, en los ojos, derivando en una irritación de los mismos, o, incluso, directamente en la piel.

Por eso, te recomendaríamos que, cuando pasees con él, evites atravesar zonas con mucha vegetación. También es importante que cuides su higiene, que le realices cepillados diarios y evites que el pelo lo lleve largo en la zona de los oídos. Además, siempre que regreses a casa, debes revisarle las orejas y las pezuñas porque las espigas, muchas veces, van clavándose poco a poco pero cada vez más. Por eso, una detección a tiempo puede evitarnos muchos problemas.