Los animales no son cosas. En 2016 el Tercer Juzgado de Garantías de Buenos Aires dictó sentencia aprobando un habeas corpus para liberar a Cecilia de su cautiverio, que duraba ya 20 años. Cecilia era una orangutana que había sido encerrada en un zoológico contra su voluntad y se hallaba sola, deprimida y en condiciones lamentables. Esta sentencia se ha convertido en un documento histórico en el mundo del derecho de los animales, primero por aceptar un procedimiento que se aplica sólo a seres humanos -el habeas corpus- para liberar a un animal, y en segundo lugar por declarar a un animal sujeto de derechos. Hay autores que defienden que los animales no tienen derechos, porque no son sujetos de derechos, y no lo son -alegan- porque no pueden asumir deberes. Olvidan que los derechos se predican para todos los seres; los deberes, sólo para los que pueden actuar injustamente. Los animales no pueden obrar injustamente, por lo tanto, no pesan sobre ellos deberes, como tampoco se les pueden exigir a los bebés humanos. Los animales, por el mero hecho de serlo, son sujetos de derechos. Por esta razón, se les están reconociendo cada vez más derechos en las leyes de muchos países. Pero todavía queda mucho por trabajar para que dejen de ser considerados cosas.