La obligatoriedad de que nuestros perros estén identificados con un microchip no es nueva. El chip es el DNI del animal y, gracias al mismo, se puede localizar fácilmente a su propietario. El funcionamiento es muy simple. Cada chip contiene una numeración. Cuando el veterinario se lo pone a un perro, relaciona en un registro informático oficial dicho número con los datos de su propietario, por eso es muy importante que éstos sean correctos y estén siempre actualizados. El chip tiene una vida media de 25 años, por lo que se coloca una sola vez -normalmente en el cuello de forma subcutánea- y dura toda la vida del animal. El único problema que puede dar a veces es que se mueva un poco del sitio pero, como mucho, solo será unos centímetros. Le recomendamos, por tanto, que se lo ponga cuanto antes a todos sus animales. No solo porque es obligatorio sino, sobre todo, porque es la forma más efectiva de proteger a sus animales en caso de pérdida.