La tercera edad, como todos sabemos, es una de las etapas más duras y complicadas para casi todo el mundo, por las características y circunstancias que se dan en ese momento. Resulta difícil llegar a esa edad en la que nuestra vida se va consumiendo junto con nuestras capacidades. Paradójicamente, es cuando más necesitamos que estén a nuestro lado, y sin embargo, el porcentaje de personas mayores que están solas es muy elevado. Convivir con un animal y compartir con ellos estos momentos es extremadamente beneficioso para ambos. Un animal posee las cualidades que más necesita ese ser humano en dicha etapa. El cariño, la compañía y el amor incondicional que te da un animal proporcionan a una persona mayor el alimento emocional que necesita, lo cual tiene consecuencias positivas en ellos también a nivel físico, ya que su calidad de vida mejora de manera considerable.

Estar sentado en el sillón mientras acaricias a un gato, que tu perro se acerque a ti y se ponga contento cada vez que te ve o el ronroneo de un ser que siente placer cuando está contigo son el antídoto perfecto para sobrellevar las complicaciones propias de las personas ancianas.

Para una persona mayor el sentimiento de soledad e incapacidad es lo que mayor malestar le provoca, por lo que sentirse queridos y acompañados permanentemente es algo tremendamente valioso para ellos. También es importante que se ocupen del animal en la medida de lo posible, para que les sirva de distracción y como manera de sentirse útiles y menos dependientes al tener un ser al que cuidar. Sin embargo, he de hacer hincapié en algo muy importante: bajo ningún concepto es adecuado que una persona mayor que vive sola adopte a un cachorro o a un animal joven. Lo más recomendable para las personas mayores es compartir su vida con animales ya adultos o también ancianos. Si no es así, debe haber personas no ancianas conviviendo en la familia, que puedan cubrir las necesidades propias de la edad del animal.