A finales de los 60 nació oficialmente internet como sistema de comunicación. Sin embargo, algunos sitúan su uso ya en la Segunda Guerra Mundial, donde afirman que fue usado como arma secreta para planificar la muerte de miles de personas. En realidad, desde entonces hasta ahora, salvando las distancias, poco hemos avanzado.

Recientemente, una universidad ha realizado un experimento sobre el uso de las redes sociales de lo más interesante. Primero crearon un perfil falso de una persona inexistente. Colgaron fotos e inventaron todo sobre la misma. Después, pidieron amistad a otros perfiles reales que, por supuesto, la aceptaron sin conocerla de nada. Tras ello, dos de los investigadores desde otros dos perfiles, también falsos, comenzaron a criticarla sin piedad en las redes. Le achacaron actitudes despóticas y presuntas sospechas sobre su honestidad y su ética en todos los sentidos. Sorprendentemente, muchos de esos amigos del Facebook y otros externos se sumaron inmediatamente a la criba. Se dedicaron no sólo a criticarla, sino incluso a dar detalles negativos de sus relaciones personales con la misma. No hace falta que les recuerde que la persona en cuestión no existía, era pura invención.

Sin embargo, en realidad el comportamiento, por bastardo, no es tan extraño como pueda parecer. Al revés, es de lo más animal y, ya se sabe que, al fin y al cabo, los humanos somos también animales. Cuando en épocas pasadas cazábamos para comer lo hacíamos siempre en manada, como lo hacen los lobos, atacan los perros o, por ejemplo, matan a sus presas los leones. Curiosamente, ese comportamiento de ataque en grupo a una presa es idéntico al que se suele producir en las redes. Verán, primero dos miembros del grupo se abalanzan sobre el animal elegido e inician la persecución. Corren tras el mismo e intentan acorralarlo. Cuando por fin lo consiguen, dejan que el resto del grupo se lance sobre él. Así, entre todos lo matan y entre todos se lo comen.

Pero, precisamente, es esa la diferencia más importante entre la caza en manada que se produce en la naturaleza y la de las redes sociales. Y es que en ambos casos hay violencia, persecución y ataque, sí, pero mientras que los animales lo hacen por pura supervivencia, en internet los humanos la realizan por diversión, envidia o, peor aún, para disfrazar lo poco que les gusta sus vidas intentando hacer peor la de los demás.