Antes de que en veterinaria existieran los actuales medios diagnósticos, el estudio de las uñas era fundamental a la hora de realizar un correcto reconocimiento del estado de un animal y valorar la salud de éste.

Por ejemplo, las uñas largas o muy cortas pueden estar presentes en determinadas enfermedades como la leishmania. Cuando se presentan deformadas o quebradizas podrían indicar la presencia de determinadas infecciones fungicas. E, incluso, cuando existen alteraciones hepáticas, también se da un crecimiento anormal de éstas.

En general, las uñas crecen regularmente, aunque en algunos animales pueden hacerlo a mayor velocidad por el desgaste natural que realiza éste con el ejercicio físico. También, el tipo de suelo sobre el que habitualmente camine puede variar el crecimiento: en perros que salen regularmente al campo casi nunca es necesario recortarles las uñas mientras que, por el contrario, en perros que viven en las ciudades el desgaste de éstas es mínimo.

Por eso, descartada por su veterinario cualquier enfermedad, lo normal es que su perro tenga un crecimiento rápido de las uñas por alguno de los motivos expuestos anteriormente -a los que, por supuesto, cabría añadir la simple genética de su animal-. Le aconsejo que acuda a su veterinario, con tanta frecuencia como le sea necesario, para que le recorte y cuide sus uñas. No olvide que esas uñas enroscadas pueden llegar a provocar úlceras.