Cuando a Natacha la rescatamos en el Arca, venía de un circo. No toleraba la claridad. Estaba enferma y atacaba a cualquier otro animal que se le acercara. Ahora vive en África. Está fuerte como un roble y todos los días se tumba junto a sus amigos, lo otros leones, a esperar que les bañe la luz del sol.