Desde entonces hasta hoy, no he dejado de conocer e, incluso, en ocasiones de recoger, animales que habían llegado a nuestro país empaquetados, literalmente, entre ropa y enseres personales.

Ejemplos hay tantos como días tiene cada año. Por citar sólo algunos de los más llamativos del 2016, comenzaré por esos 260 lagartos que, metidos en tres maletas de tres españoles -parece un trabalenguas pero, no lo es- fueron incautados en el aeropuerto holandés de Amsterdam ¿Quieren saber qué precio hubieran alcanzado dichos animales en el mercado negro? Cien mil euros ¿Qué les parece? Ahora ya saben por qué lo hacen. Ganan dinero y mucho ¿Y saben por qué? Porque, en definitiva, siempre hay gente dispuesta a comprar cualquier animal -cuanto más extraño, mejor- esa es la clave.

Pero, les sigo contando... Tan sólo dos días más tarde -recuerden que sólo les cito algunos de los casos más llamativos- fue interceptado otra persona -esta vez en Barajas- que, metidos en una maleta, intentaba trasladar 7 pequeños polluelos de loros habladores a Hong Kong. Sin comentarios.

En las mismas fechas, otro traficante fue interceptado en México intentando traerse para España, nada más y nada menos, que 152 pájaros cantores. Un caso parecido, por cierto, a aquel otro que, en primera persona, vivimos en el aeropuerto de Alicante cuando la guardia civil intervino un centenar de pájaros procedentes de África. Los animales viajaban en el doble fondo de una caja de madera, sin espacio ni aire. En aquella ocasión pudimos acogerlos en el Arca.

La lista, cómo ven, resulta interminable en toda Europa: Loros, tortugas -por supuesto monos de todas las especies, hasta orangutanes- pasando por cachorros de tigres, leones, leopardos o panteras, son sólo algunos ejemplos de los seres que comercializan estos traficantes que, jamás, hacen ascos a ningún animal con el que puedan ganar dinero. Por eso, no lo olviden, este repugnante negocio del transporte y venta de vidas -el segundo que más dinero ilegalmente mueve ya en nuestro país- no acabará jamás mientras haya alguien dispuesto a pagar lo que sea por tener, en forma de animal exótico, el corazón de la selva en su casa. Una verdadera pena.

Nota: Después de entregado al periódico este artículo, nos llegan noticias de la incautación por el Seprona de dos pequeños monos viajando en el interior de una maleta en el aeropuerto de Alicante. Una triste prueba más de la realidad que expongo en el mismo. En fin, como les comenté antes: «ejemplos hay tantos como días tiene cada año».