Muchos de los animales salvajes o exóticos que se venden actualmente en tiendas especializadas, al margen de la posición crítica que podamos mantener ante esta práctica, proceden de criadores autorizados.

Si nos referimos, como hacíamos antes, a perros y gatos, todos sabemos que existen personas o empresas autorizadas que se dedican a esta cría con el fin de vender los cachorros. Nada se puede objetar desde el punto de vista legal pero, evidentemente, como avanzaba antes, mucho desde el ético. Parece cuanto menos increíble que -además del sufrimiento de esas perras que paren una y otra vez- se sigan vendiendo y comprando animales de compañía en un país en el que cada año se abandona, nada más y nada menos, que cerca de un millón de animales. Sin duda, algo falla y mucho.

En el caso de los loros, guacamayos, serpientes, ranas, tarántulas, murciélagos y otros muchos animales que, por extraño que les parezca, son vendidos también en establecimientos especializados -con bastante demanda por cierto-, ocurre exactamente lo mismo.

Para la mayoría de este tipo de animales, la ley establece que su venta o cesión deberá ir acompañada de una documentación llamada CITES.

Hasta ahí todo, de nuevo, aparentemente, legalmente correcto? Pero claro, estamos en España, donde la mayoría de cosas son, sólo eso, aparentes.

Digo esto porque la realidad es que muchos de los CITES que acompañan a los animales que son vendidos en las tiendas han sido falsificados en sus países de origen y, realmente, carecen de validez alguna. En fin, lo de siempre.

Les contaré sólo un caso real. En Benidorm existe, desde hace años, un grupo de delincuentes que se dedican a ir por los mercadillos de la zona con algunos pequeños macacos ofreciendo al paseante o turista hacerse una foto con el mismo a cambio del pago de los correspondientes euros. Cuando algún agente les pide la documentación de dicho animal siempre la enseñan y siempre es la misma.

Corresponde a un macaco, sí, de su misma especie pero que bien podría ser ya el tatarabuelo de todos los macacos de la zona. Dicho de otra forma, la documentación que llevan encima debió ser de algún antepasado lejano del que ellos portan pero, ni por asomo, del pobre animal -habitualmente crías- que explotan para su enriquecimiento personal. Un ejemplo más de lo cerquita que tenemos el tráfico ilegal de especies.