Con bengalas, petardos y hasta fuegos artificiales. Imposible contener la euforia. Han esperado 14 años para ver a su equipo en Primera, pero ni eso justifica imágenes en las que la distancia física es nula. Demasiada gente y pocas, muy pocas mascarillas. Con 28.000 fallecidos por coronavirus, sorprende ver escenas así. Aglomeraciones donde las medidas de seguridad brillan por su ausencia. Un desmadre que no representa a toda la afición. A disfrutar del triunfo, pero siempre con cabeza, aseguran algunos. Cabeza que muchos no han tenido. Unas 700 personas, ante la mirada de la Policía. Una celebración que ha seguido también en la playa. Hasta el propio equipo ha preferido celebrarlo en privado. Un intento por evitar lo que por desgracia ha sido inevitable.