La cuarta generación del Mazda3 tiene un nuevo diseño de la parte delantera, más rebajado hasta el suelo, mientras que, a la altura de los pasos de rueda, los bordes de los paneles se pliegan sobre sí mismos, desplazando los neumáticos hacia el exterior.

En el interior, la instrumentación combina indicadores circulares analógicos con uno central digital y la pantalla central de 7" u 8,8" orientada hacia el conductor es de estilo flotante, pero no táctil -se controla desde un mando circular HMI ubicado detrás de la palanca de cambios-, aunque sí es compatible con Apple CarPlay y Android Auto.

El Mazda3 incluye un Head-Up Display a color que proyecta información en el parabrisas para complementar al panel de instrumentos. La postura de conducción es muy cómoda y todos los elementos están bien dispuestos, por lo que quedan a mano y es fácil acostumbrarse a manejarlos sin apartar la vista de la carretera. En cuanto a ajustes, está a la altura del resto de compactos premium y la insonorización del interior también es buena.

Los asientos delanteros sujetan bien el cuerpo y son muy cómodos. El diseño exterior con la caída del techo pronunciada no resta espacio en las plazas traseras, pero si hay menos sensación de amplitud.

Ponemos en marcha el motor gasolina de 122 CV y 213 Nm de par, que cuenta con desconexión de cilindros e inyección directa multietapa de alta presión, pero también un sistema de hibridación suave mediante una red de 24 voltios con la batería centrada bajos los asientos traseros y un alternador ISG reversible conectado al cigüeñal por una correa dentada, lo que le otorga la etiqueta ECO de la DGT.

El motor ofrece una respuesta muy lineal y resulta muy agradable. Sube de revoluciones con alegría y tiene una zona media generosa. El cambio automático con convertidor y 6 velocidades de nuestra unidad funciona muy bien y es cómodo, además tiene levas detrás del volante para cambiar manualmente cuando el conductor quiera. Por cierto, permite 2 modos de conducción, Normal y Sport, y nuestro consejo es que se utilice la Normal y dejemos la Sport sólo para carreteras de montaña y una conducción deportiva de verdad.

Aunque la suspensión trasera deja de ser independiente y ahora es un eje torsional, se comporta mejor que su predecesor, en parte gracias al nuevo chasis, pero también se debe al sistema de control vectorial del par G-Vectoring Control que, mediante los frenos, distribuye mejor el par entre las ruedas delanteras para mejorar la capacidad de tracción y conseguir la máxima motricidad en la salida de las curvas.

Dotado de un equipamiento bastante completo desde la primera definición de acabado, cuenta con airbag de rodilla, Head Up Display en el parabrisas, pantalla central de 8,8 pulgadas, sistemas Aplle Car Play y Androir Auto, equipo de sonido de 8 altavoces, detector de fatiga, reconocimiento de señales de tráfico, sistema de frenado de emergencia y detección de peatones, control de crucero adaptativo, sistema de prevención por cambio de carril, navegador, faros delanteros y traseros led con control automático entre cortas y largas o llantas de aleación forma parte del completo equipamiento de serie. El precio de este Mazda3 2.0 122 CV automático parte desde 26.915 euros, pero el Mazda3 manual está disponible desde 23.415 euros.