Aunque sea la primera vez que acuden a la cala del Portitxol o de la Barraca, los bañistas ya se saben como la palma de la mano los atajos. Esta playa, como todas en este verano del coronavirus, tiene un tope de aforo. Aquí es de 475 bañistas. A las 9 de la mañana, la cala ya ha llegado a ese máximo. Los controladores de la empresa Vectalia bajan la barrera. Pero no pocos turistas se cuelan por la puerta de atrás. En julio, descubrieron que había un paso entre chalés, en seguida precintado por la Policía Local. Ahora se han pasado por wasap un nuevo camino por el que eludir el control de acceso y colarse en la cala cuando ya ha colgado el cartel de aforo completo. Cogen la senda que baja desde la Creu del Portitxol.

Pero ayer los bañistas que tomaron esta trocha se llevaron un chasco. A un paso de llegar a la Barraca, se toparon con un aparatoso precinto colocado por la Policía Local. Los controladores de Vectalia y el auxiliar de «Platges Segures» de la Generalitat Valenciana les indicaban que ese no era el acceso correcto a la cala. Tenían que volver sobre sus pasos y desandar toda la senda hasta la Creu del Portitxol. Las triquiñuelas para burlar las medidas para evitar aglomeraciones y prevenir contagios no suelen salir bien.