Las máquinas han vuelto esta semana a La Siesta, el local de la playa del Benissero (el Primer Muntanyar) de Xàbia precintado por el servicio provincial de Costas (depende del ministerio para la Transición Ecológica) tras iniciar las obras de reconstrucción del estropicio del temporal Gloria. Pero los trabajos se han ceñido a retirar escombros. El establecimiento disponía de un permiso provisional de Costas para quitar los pedazos de hormigón arrancados por las olas. Eran un peligro para los bañistas. Inspectores del organismo ministerial han supervisado que no se hiciese más que dejar este tramo litoral libre de cascotes. Concluidas estas obras (el permiso era para el lunes y el martes), los inspectores volvieron a colocar el precinto que mantiene en el dique seco a uno de los locales de moda en los últimos veranos en las playas alicantinas.

Mal está que este verano La Siesta despierte. La borrasca Gloria arrasó en enero el litoral, pero también ha servido para quitarle el polvo a ocupaciones abusivas del dominio público de las playas.

Este diario ya avanzó en exclusiva en marzo que Costas había paralizado y precintado las obras de reconstrucción que había iniciado el empresario que explota este local. En la entrada a este establecimiento, está la orden de precinto dictada por el servicio provincial de Costas el pasado 13 de marzo. Precisa que esta medida se tomó por las obras ilegales que se estaban llevando a cabo en el dominio público marítimo-terrestre y por carecer este negocio de concesión para ocupar la playa.

Pese a no tener concesión, este local ha funcionado como un tiro en los últimos años. El departamento ministerial le ha llegado a abrir seis expedientes de infracción, pero La Siesta seguía llenando todos los veranos. Y se diversificaba. Se cerraba para «eventos exclusivos» como bodas de alto copete.

Tuvo que venir un temporal, el más destructivo de la última década, para sacar a la luz que este próspero negocio estaba totalmente en el aire (y en la playa pública). Le fallaba lo primordial. No tenía permiso.

Arrasado, precintado y silencioso, este negocio no se parece en nada al que en los veranos anteriores bullía de clientes y le sacaba provecho a todas las horas del día. Abría para los desayunos, daba comidas y cenas y, por las noches, se transformaba en local de copas. Incluso tenía dentro una boutique. El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de la Comunitat Valenciana confirmó en marzo la multa de 14.400 euros a La Siesta por vender ropa en dominio público.