Orquídeas hasta donde alcanza la vista. La naturaleza es en extremo caprichosa. Suelos pobretones de Xàbia, en los que crece un pino aquí y otro allá, se visten ahora de purpurina. Entre los matorrales, asoman cientos de orquídeas piramidales ( Anacamptis pyramidalis). Sus flores son de color púrpura, rosa y blanco. Su espiga tiene forma de pirámide.
Tras casi dos meses de estricto confinamiento, los senderistas se han echado a la montaña y han comprobado que la naturaleza ha seguido admirablemente su curso. Este tiempo le ha venido de perlas. Xàbia es un paraíso de la botánica y, en concreto de la orquideoflora. Ahora la vegetación está espectacular. Las orquídeas piramidales abundan en partidas como las de Tarraula o Ramblars. Esta primavera han eclosionado por doquier. El paisaje, verde y amarillo, lanza destellos púrpura. Estas flores llaman a la fuerza la atención.
Lo curioso es que estos tesoros de la botánica brotan en tierras que no son el colmo de la feracidad. Generaciones de agricultores se deslomaron para sacarles un pelín de provecho. Al final, agotados, abandonaron los bancales, y los terrenos, ya baldíos, se llenaron de maleza. Estos suelos son calcáreos y margosos; de ahí su tonalidad blanquecina. Labrarlos era una tarea hercúlea.
Ahora exhiben una riqueza inesperada. Florecen a mansalva las orquídeas piramidales. Además, todavía se puede encontrar alguna orquídea abejera amarilla ( Ophrys lutea). Su flor es preciosa. Recrea la forma de una abeja. También desprende la fragancia de la abeja en celo. Atrae a estos insectos, que luego vuelan de flor en flor y cumplen su esencial polinización.
Además, en febrero, brota aquí otra especie de orquídea gigante ( Himantoglossum robertianum), la más grande de Europa. Figura en el catálogo de flora amenazada de la Comunidad Valenciana.
Estas partidas de Xàbia de bancales abandonados merecen ya una protección específica. Su valor botánico salta a la vista.
