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El comercio decano de Xàbia: "Llevamos 97 años y no vamos a tirar ahora la toalla"

"La gente nos dice: 'Por amor de Dios no cerréis, que no quedan más tiendas en el pueblo", afirma Joaquín Armell, de 71 años, que dice que ahora es el momento de apostar por los negocios "singulares y de pueblo"

El comercio decano de Xàbia: "Llevamos 97 años y no vamos a tirar ahora la toalla"

«No vamos a tirar la toalla. Hemos vivido épocas también muy difíciles. Esta crisis es distinta a todas. Pero vamos a seguir luchando». Lo dice Joaquín Armell, un comerciante del centro histórico de Xàbia que, a sus 71 años, sigue levantando todos los días la persiana de su comercio de electricidad, pequeños electrodomésticos, menaje del hogar y artículos de regalo. «Al cumplir los 65 años, pedí una jubilación activa porque lo que no me hacía ninguna ilusión era jubilarme y dejar de trabajar», afirma.

El lunes, en el primer día de la fase 0 de la desescalada, cuando el comercio ya podía abrir y atender a sus clientes con cita previa, Joaquín recuperó su rutina de «botiguer». Los clientes empezaron a llamar y a pedirle bombillas que se les habían fundido durante el confinamiento, filtros de agua o una plancha. El comercio de proximidad es imprescindible.

Esta tienda cumple ahora nada menos que 97 años. Es la decana de Xàbia y una de las más antiguas de la Marina Alta. La fundó Joan Armell, abuelo del actual propietario. «Estos comercios de pueblo son singulares y dan vida. La gente nos dice: 'por amor de Dios no cerréis, no quedan más tiendas en el centro histórico'», señala Joaquín.

«Armell», que así se llama este histórico negocio, está en el Carrer Major, una calle que hace décadas rebosaba vida comercial. Ahora sobran dedos en una mano para contar los comercios que siguen abiertos.

Joaquín ha visto crisis de todos los colores: la de las obras de reurbanización del casco antiguo, cuando bajaron la persiana decenas de tiendas, o la del ladrillo, que «no fue una crisis, sino una estafa», precisa.

«Ahora empezábamos a estar más tranquilos y ha llegado esto. La única ayuda que nos han dado de momento es la del subsidio por la Covid-19. Y los bancos no están ayudando. Pero seguimos aquí y vamos a abrir cada día. Las tiendas de proximidad somos más que un negocio. Damos un servicio a los vecinos», advierte.

También reivindica que estos pequeños comercios se han adaptado rápidamente a los protocolos sanitarios. Él ha preparado un pasillo para que el lunes, cuando los clientes ya puedan entrar libremente, no toquen ningún objeto. Joaquín, que es la amabilidad personificada, avanza que les dirá que le pidan lo que quieran ver y que él se lo mostrará y lo desinfectará debidamente. En esta tienda, además, se respira pulcritud.

Este comerciante guarda los directorios valencianos de comercio principios del siglo XX en los que ya aparecía la tienda de electricidad de su abuelo.

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